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No temas la espada, sino la mano que la porta.
Kisidan

El enigmático hombre conocido como Kisidan es el sumo pretoriano de la Emperatriz y, de lejos, el más importante y poderoso de los caballeros del Séptimo Cielo.

Apariencia[]

En estos momentos, Kisidan tiene la apariencia de un hombre entrado en los treinta, de piel oscura y aspecto marcial, y con el pelo siempre rapado por completo.

Suele vestir con la Septimus Induviae, una gabardina Armada propia de los caballeros del Septimo Cielo, y se cubre la cabeza con un pañuelo.

Personalidad[]

Es muy serio, y se toma la protección de Elisabetta como su máxima prioridad. El Imperio en sí le importa bien poco; mientras su protegida esté a salvo, por lo que a él respecta, todo lo demás puede irse al infierno. Las continuadas ausencias de la Emperatriz le ponen realmente nervioso, aunque se ha cubierto las espaldas usando los sistemas de seguridad de Imperium que aún conserva; si sintiera que la pequeña corriese un grave peligro, podría abrir un vórtice en la realidad y presentarse en cualquier parte del mundo para protegerla. Recientemente ha empezado a abrigar ciertos sentimientos afectivos hacia su compañera Lilith (como él, caballero del Séptimo Cielo), aunque dado su carácter cerrado, no le ha dicho nada.[1]

A causa de su carácter frío, Kisidan no se lleva bien con nadie en apariencia, aunque muestra respeto hacia ciertos individuos.

Historia[]

Años de Esclavitud[]

Su madre, originaria de Illmora, fue secuestrada por esclavistas estigios y obligada a trabajar como dama de compañía para los gladiadores del Coliseo. El niño nació y creció en Estigia, como esclavo, con el nombre de Ardrianus. Tuvo varios hermanos, pero o bien murieron o acabaron sufriendo un destino peor. Su madre fue quien le enseño a leer, escribir y a usar la cabeza aparte de la espada, pero murió cuando el niño tenía solo siete años y este se vio obligado primero a trabajar.

Con solo 11 años entró a combatir como Gladiador en el coliseo, donde demostró un talento increíble para el combate. Su primera arma fue una katana. En el coliseo se sorteaban una veintena de armas exóticas entre los niños que iban a luchar y a él le tocó una de las mejores. Pronto se volvió famoso por ser "el niño de la katana". Fue durante esa época cuando se le dio es seudónimo de Sidonak.

A los 14 años, ya era suficientemente hábil para tomar parte en su primera batalla como soldado, todo un record para los estándares de esa era.

Con el tiempo, su habilidad como luchador le granjeó la libertad ya que en Estigia era común enviar por delante ejércitos de esclavos en sus guerras. Cada vez que sobrevivían a una batalla, se les ponía una marca en el brazo. Cuando conseguían 7, eran liberados. Al conseguir la tan ansiada libertad Kisidan se dirigió a Kushistán y comenzó sus andaduras como mercenario y empezó a hacerse llamar Sid.

El Origen de Kisidan[]

Sidonak logró granjearse una fama considerable como alguien capaz de hacer lo que fuese por un precio apropiado. Pendenciero, serio y algo cruel, se habría convertido en un verdadero monstruo sin escrúpulos si su camino no se hubiera cruzado por casualidad con Lucia Yseria, la princesa estigia que cambiaría su vida.

Yseria, una joven idealista que había luchado contra las costumbres de su país desde que nació, descubrió un acuerdo secreto que su familia había hecho con Neb Et Tcher, el hermano menor del “emperador” de Yehudah, para recrear el mundo convirtiéndose en dios.

Con asesinos tras ella y desesperada por detener a Et Tcher, la princesa contrató a Sid para acompañarla y protegerla, algo que el mercenario aceptó un poco a regañadientes y sin saber muy bien en que se metía. Pese a que su relación comenzó siendo algo meramente “profesional” para Kisidan, durante el tiempo que pasaron juntos entre ambos se desarrolló un fuerte vínculo que desembocó en un profundo amor el uno por el otro. Sería inapropiado decir que el tiempo que pasaron juntos le hizo mejor, pues pese a todo, Kisidan siempre había sido una buena persona en su interior. Pero sin ella, su vida se hubiera vuelto tan oscura y lúgubre que el mercenario hubiera cambiado hacia algo mucho peor.

El plan de Neb Et Tcher consistía en usar el alma muerta de un dios Amerense como catalizador para forzar su ascenso a la divinidad. La difunta deidad, que encarnaba el concepto de la guerra, dejó su esencia en una estructura cristalina oculta en un templo en las profundidades de la arena del desierto. No obstante, para que el plan de Et Tcher funcionase, había una infinidad de cosas que preparar aún, desde encontrar su ubicación exacta hasta crear el contenedor amerense apropiado para realizar la transferencia. Si todo salía bien, Neb Et Tcher borraría todo rastro de la identidad del dios, dejando tras de sí sólo puro poder que controlar.

Tras tres largos años de peripecias y conflictos, que culminaron con un golpe de estado y el asesinato de varios Azathoths de Yehudah, Neb Et Tcher tomó brevemente el control de la magnocracia e inició el ritual.

Mientras Yseria y Sid trataban desesperados de detenerle enfrentándose a los agentes personales de su némesis, el archimago logró absorber una parte del poder de la deidad e hirió de muerte a ambos. Su victoria y ascensión parecían inevitables, pero antes de que su cuerpo lograse adaptarse y recibir el resto de la esencia divina, Yseria intervino quebrando el contenedor del dios. Con su cuerpo herido de muerte y sin la capacidad de contener tal fuerza, la princesa se usó a sí misma como canalizador para redirigir el poder del dios hacia Sid. Teóricamente eso no debería haber funcionado por mil razones diferentes, pero puede que o bien la naturaleza guerrera de Kisidan resonase con la de la deidad o bien su elevadísimo Gnosis hicieran viable la unión; fuese por lo que fuese, lo cierto es que el mercenario logró estabilizar el poder del dios en su cuerpo.

Renacido como más de lo que nunca fue, los dos semidioses se midieron en las ruinas del templo rodeados de espectros y desolación. Esclavo y emperador, hombre y monstruo, se destrozaron en cuerpo y alma hasta que sólo uno de los dos pudo mantenerse en pie. Viéndose derrotado, la última jugada de Neb Et Tcher fue tan genial en su cabeza como estúpida en la realidad. Ató su consciencia a su mitad del poder de la deidad, esperando que una parte de él sobreviviera dentro del mercenario cuando este reclamase la totalidad del dios.

Pues… ¿Qué estúpido rechazaría un poder divino así por una mera venganza?

En su momento final, mientras Kisidan destruía su esencia y lo dispersaba para que no quedase nada de él que llegara al flujo de almas, el archimago intuyó lo poco que sabía realmente de la condición humana.[2]

Godkiller[]

Más dios que humano, vagó durante décadas hasta que sus increíbles poderes despertaron el interés de Imperium. La organización se acercó a él y le ofreció un puesto en sus filas. Sin un motivo por el que vivir, el mercenario aceptó su oferta, recibiendo el nombre de Kisidan, el rango de Godkiller y una alteración de su proceso degenerativo (ya era extremadamente longevo de por sí pero Imperium terminó de hacerlo prácticamente inmortal).[1]

Pronto Imperium se ocupó de pulir sus asombrosas habilidades, convirtiéndolo en un agente de inigualable talento. Siglo tras siglo, actuó como un ejecutor oscuro que acababa con la vida de cualquier amenaza que incomodase los intereses de la organización. Era un agente libre, alguien que se ocupaba de solucionar los problemas peliagudos sin la necesidad de recurrir a Jürgand. Derramó tanta sangre que no podría recordar a cuántas personas y seres asesinó con el paso del tiempo.

Imperium lo usó al principio en muchas misiones suicidas en las que lo más normal es que hubiera muerto. Con el paso de los siglos, Barnabas empezó a valorarlo mucho como agente (le divertía ver que sobreviva a casi todo en contra de las previsiones más lógicas), y lleva mucho enviándolo a misiones que sabe que va a superar. En muchos aspectos, es uno de sus favoritos.[2]

Durante la Guerra de Dios actuó como el resto de Godkillers (que por aquella época serían unos 12) muy raramente y tan solo para detener los preparativos de ciertos planes de algunos miembros de La Cofradía, aunque se le prohibió expresamente enfrentarse directamente a ninguno de ellos.

Agente del Imperio de Abel[]

Durante siglos vagó como un ejecutor oscuro de la organización hasta que recientemente se le asigno la misión de infiltrarse en la Orden del Cielo como guardián de la familia imperial. Ganó el Tao Zan y pidió como dote entrar a la Orden, aunque sus planes quedaron algo truncados cuando se le asignó la protección de la pequeña Elisabetta Barbados (que en aquel entonces tendría unos 3 años) como caballero del 6º Cielo.

La joven se encariñó muchísimo con Kisidan aunque este nunca llegó a conmoverse. Al final, durante la Ruptura de los Cielos, Imperium, predijo que Elías mataría a Elisabetta y ordenó al Godkiller dejarla morir. Él no tuvo ningún reparo en aceptar la orden ya que así podría librarse de ese trabajo tan molesto.

Presenció como Elías golpeaba a la pequeña Elisabetta brutalmente aunque, cuando el emperador iba a descargar el golpe final, cerró un instante los ojos.

Inconscientemente, el pretoriano acabó con la vida del emperador, en ese momento se dio cuenta de lo importante que era realmente Elisabetta para él y de como el calor de la niña le había devuelto la humanidad perdida.

Fue durante este conflicto cuando se enfrentó a Killrayne, el anterior sumo pretoriano de los caballeros del séptimo cielo que quería vengar la muerte del Emperador. Tras derrotarle , y siendo ahora el hombre de mayor confianza de la nueva Emperatriz, Kisidán se convirtió en el nuevo sumo pretoriano.

Juró protegerla de cualquier amenaza. Aunque el punto de Imperium le preocupa, no respondieron a sus sistemas de contacto y sabe que si aun desean matarla no hay fuerza en la creación que pudiera detenerles. Aún así trata de guardarse las espaldas con sistemas tecnomágicos que conserva con los que, si la emperatriz estuviera amenazada en cualquier lugar del mundo, él podría aparecer al instante para protegerla. Kisidan se asusta, porque teme que Imperium pueda actuar de algún modo. Pese a todo, mantiene la compostura como puede. Al fin y al cabo, es "de hielo".

Paradójicamente, Imperium quedó bastante satisfecho con los resultados aunque decidieron darle un infantil castigo a Kisidan por su insubordinación.

Poderes y Habilidades[]

Debido al poder que Kisidan absorvió durante su lucha contra Neb Et Tcher, obtuvo cualidades únicas que lo aproximan a una especie de deidad de carne y hueso. Esta condición superior le ofrece ciertos poderes y habilidades, entre las que se incluyen unos atributos físicos y anímicos excepcionales, así como otros poderes que trascienden la humanidad.

Esto le permite dañar a otras criaturas divinas como si tuviese Gnosis 35, y le confiere un cierto grado de inmortalidad; además de no envejecer Kisidan puede recuperarse de prácticamente cualquier daño sufrido, incluyendo la decapitación o que su corazón sea destruido. Aunque si los pedazos de su cuerpo quedan desperdigados o son completamente destruidos no será capaz de recuperarse.

A pesar de lo increíbles que son sus cualidades semidivinas, el verdadero poder de Kisidan reside en su increíble habilidad marcial y su control del Ki, que lo convierten en uno de los mejores luchadores de Gaïa.

Equipo de Jurgand[]

Como uno de los escasos Godkillers de Imperium, Kisidan tiene acceso a equipamiento tecnomágico de Jurgand de primera calidad. Estos artefactos se encuentran resguardados en una dimensión de bolsillo creada en exclusiva para Kisidan, lo que permite a este invocarlo y manifestarlo instantáneamente a su alrededor en cualquier lugar en el que se encuentre. La espada aparece en su mano y su armadura alrededor de su cuerpo, necesitando únicamente un asalto para ser completamente funcional. No obstante, para ser capaz de usar tanto el Jurgeneth como el Arma de Alma, Kisidan debe de haber solicitado permiso previamente a Imperium y este haber desbloqueado su uso. Puede darse el caso de que Kisidan trate de forzar su aparición, aunque en tal caso, los artefactos tardarían varios asaltos en manifestarse.

Como todos los Godkillers, también tiene acceso a multitud de artilugios tecnomágicos que facilitan el cumplimiento de sus responsabilidades.[3]

Datos y Curiosidades[]

Kisidan-2
  • Juuchi Yosamu, la katana que Kisidan usa para luchar, es una de las siete espadas legendarias de oriente, un arma sin par que se dice que puede cortarlo todo.
  • Entre los Godkiller es considerado uno de los tres mejores empatando con Felix Sanfelix, aunque no se sabe cual de entre ellos tres es el más poderoso.[4]
  • Al parecer empata técnicamente con Exodo Van Horsman en cuestión de poder combativo.
  • Es junto a Elisabetta las dos únicas personas (queda por determinar si Lucanor también) con una Gnosis 20 puntos por encima de su Natura en Gaïa.
  • Una de las situaciones más embarazosas que ha vivido ha sido encontrarse a Elisabetta y Lilith desnudas en el baño. Fue el momento en el que se preguntó seriamente que había pasado con su vida para que hubiera pasado de ser una obra dramática a una comedia familiar.
  • Está por encima de la media de poder de un Jurgand.
  • Como los otros caballeros del séptimo cielo, Kisidan toma su nombre de un legendario monstruo; en este caso, un demonio inmortal conocido por usar una espada oriental. Irónicamente, el nombre está inspirado en su propia leyenda. Barnabas fue el que se ocupó de eso personalmente, ya que lo encontraba gracioso.[2]
  • Kisidan es el segundo Godkiller más viejo.[3]
  • Kisidan lo ignora, pero hay al menos otro ser que cómo él que ha absorbido a uno de los dioses Amerenses, el Árbitro Aizen. Aunque sus poderes son completamente diferentes, dada la oposición de ambos dioses si ambos se encontrarán sentirían una terrible aversión natural el uno hacia el otro.

Referencias[]

  1. 1,0 1,1 Gaïa Vol. 1: Más allá de los Sueños; pg. 46
  2. 2,0 2,1 2,2 Dramatis Personae Vol. 2, pg 39-43
  3. 3,0 3,1 Circulo de Bardos 2020: Preguntas y Respuestas sobre Kisidan
  4. Foro Antiguo
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